
En
medio de una delicada estabilidad. Las autoridades lograron calmar el pico de volatilidad, y aunque lo
hicieron al costo de altas tasas de interés reales y algo de represión
financiera a través de encajes, continuar con la dinámica previa
probablemente hubiera sido mucho más dañino. Sostenida sobre una postura monetaria
restrictiva, la estabilidad actual es delicada y persisten dudas respecto de
la reacción que pueda tener el mercado cuando el BCRA comience a normalizar su
política. Justo cuando comienzan a verse las fortalezas de un marco económico
que ganó en solidez y además descansa sobre un fuerte respaldo financiero
internacional, el gobierno atraviesa su peor momento de apoyo. Respecto de
esto último, pareciera ser temprano para esperar una mejora de la confianza y
las expectativas cuando apenas están comenzando a sentirse las consecuencias negativas
del reciente pico de volatilidad. Mientras tanto, la oposición enfrenta una
oportunidad dorada pero aún no logra encadenar un discurso convincente o
presentarse como una alternativa viable, por ahora teniendo dificultades para
capitalizar la pérdida de popularidad del gobierno en los últimos meses. Lejos
de relajarse por esto, las autoridades deben reconocer que el escenario
electoral para 2019 se encuentra abierto y la oposición puede renacer de las
cenizas. Pagando los platos rotos de la
corrida. Los últimos datos de actividad confirmaron el muy
duro impacto de la sequía y una fuerte desaceleración para los sectores no
agropecuarios en respuesta al reciente deterioro de las expectativas. El
sesgo restrictivo tanto en lo fiscal como en lo monetario pesará sobre el
crecimiento en los próximos trimestres, a lo que se sumará una fuerte caída
de ingresos reales y la merma de la confianza, con el interrogante abierto
respecto de la reacción de la inversión. En la medida en que el gobierno
logre estabilizar las expectativas como esperamos, la caída podría durar
apenas 2 trimestres con la economía haciendo piso en el 4T18 y cerrando el
año con crecimiento cero. Un escenario financiero más despejado, menores
tasas reales y una recuperación de la confianza explicarían el mayor
crecimiento de cara a la elección, en un año que cerraría con un alza del PBI
de apenas 1%. Reforzando las señales de
política monetaria. La nueva conducción del BCRA se
movió agresivamente para ahogar la volatilidad cambiaria, a la vez que
introdujo algunos cambios en el marco y accionar de la política monetaria que
parecieran haberle dado un ancla al mercado. Mientras tanto, la realidad se
mantiene desafiante con junio revelando una fuerte aceleración inflacionaria
vinculada a la escalada del tipo de cambio. Junto con una elevada inflación
mayorista y la amenaza de un mayor traslado a precios de la depreciación,
esta realidad demanda una postura restrictiva del BCRA. La
consolidación fiscal toma impulso, al tiempo que ceden los riesgos
financieros. La contención fiscal sigue personificando el mejor
resultado económico del gobierno desde comienzos de 2017, con un panorama que
sigue mejorando. En junio el déficit primario cayó 23,3% a/a real y acumula 2,9%
del PBI en los últimos 12 meses, dejando al gobierno muy bien posicionado de
cara a la meta de 2,7% de este año. Salvo que los ingresos no sufran de
sobremanera ante la recesión o se dificulte la quita de subsidios, el
gobierno podría tener espacio para adelantar gastos de 2019 y suavizar el
esfuerzo fiscal antes de la elección. Mientras tanto, el acuerdo con el FMI despeja
gran parte de los riesgos financieros y evitaría tener que retornar a los
mercados globales al menos hasta 2019, reforzando la sostenibilidad de la
deuda siempre que el apetito por riesgo argentino no se vea afectado
sustancialmente. |
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Figura 1: La confianza en el gobierno sufrió el episodio reciente… |
Figura 2: …Especialmente en Gran Buenos
Aires |
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Fuente: SBS
Research, UTDT |
Fuente: SBS Research, UTDT |
Después de varios meses de
turbulencias financieras, el escenario local comenzó a mostrar señales de
estabilidad en las últimas semanas. Las
nuevas autoridades del BCRA buscaron atacar activamente el foco de
volatilidad cambiaria, haciendo uso de todas las herramientas de política combinando
mayores tasas de interés reales con algo de represión financiera a través de subas
de encajes. Aunque los costos de estabilización siempre lucen altos en estos
casos, continuar con la dinámica previa probablemente hubiera sido mucho más
dañino. Por ahora, los resultados
parecen bastante favorables y permiten quitar la atención de lo urgente para pensar
en el corto plazo. Ante todo, calmar la
volatilidad cambiaria era lo primero que se necesitaba para recuperar el
normal funcionamiento de los mercados, ya que sin esto era imposible imaginar
una potencial recuperación de la confianza y las expectativas. Todavía pareciera ser temprano para esperar mejoras en este sentido,
especialmente cuando recién están comenzando a sentirse las consecuencias del
reciente pico de volatilidad nominal. Desde la vereda de enfrente, una
oposición que sigue sin poder encadenar un discurso convincente o presentarse
como una alternativa viable plantea la posibilidad de que finalmente nadie
logre capitalizar la pérdida de popularidad que enfrenta el gobierno luego de
la corrida. Pero lo cierto es que la
oferta sigue estando sobre la mesa y el escenario electoral para 2019 se
encuentra tal vez más abierto que nunca. Justo cuando el gobierno
enfrenta su peor momento en materia de apoyo, comienzan a verse las
fortalezas de un marco económico mucho más sólido que además descansa sobre
un fuerte respaldo financiero internacional. La consolidación fiscal asume cada vez mayor velocidad y las autoridades
parecieran determinadas a superar el objetivo de este año para adelantar
esfuerzos de 2019 y llegar con mejor cara a la elección. Al mismo tiempo, la
realidad muestra una autoridad monetaria mucho mejor preparada para enfrentar
la batalla antiinflacionaria y comenzar a recuperar las expectativas. Con el
financiamiento monetario al Tesoro terminado y un balance que se verá
reforzado, la decisión de monitorear los agregados monetarios debiera darle
al mercado un ancla nominal más creíble. También sobresale la búsqueda de
reabrir paritarias, demostrando el entendimiento de las autoridades de que
tolerar una mayor inflación pero minimizar los costos reales permitirá una
transición más ordenada y aumentará las chances electorales. Es que si variable económica más
importante sigue sufriendo la pronunciada aceleración inflacionaria, será
difícil recuperar las expectativas. Lo más importante es que el
gobierno reconoció las debilidades propias y actuó con destreza para revertir
rápidamente la situación, despejando enormemente los riesgos financieros y quedando
ahora a la espera de que las medidas adoptadas decanten y podamos efectivamente
transitar un camino de recuperación. Incluso cuando el sendero
elegido es mucho más viable económicamente, persisten grandes riesgos. Por un lado, el desempeño fiscal ha mejorado significativamente, pero comienza
a preocupar que la recesión pueda afectar los ingresos o la fuerte
depreciación dificulte seguir avanzando con la quita de subsidios. Lo bueno
es que el resto del programa acordado con el FMI deja una importante libertad
de acción. Por otra parte, aunque la caída de la confianza pareciera haber hecho
piso, aparece la amenaza de que un apoyo mucho más debilitado pueda poner en
riesgo la continuidad de políticas. Y
por encima de todo esto sobresale un equilibrio monetario todavía delicado
que descansa sobre tasas de interés reales muy elevadas y una represión
financiera que tarde o temprano habrá que desarmar, con la lógica
incertidumbre respecto de cuál pueda ser la respuesta del mercado cuando se
intente revertir algunas medidas. |
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Figura 4: Índice de confianza en el gobierno y crecimiento |
Figura 5: Condiciones
presentes y expectativas futuras |
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Fuente: SBS
Research, UTDT, Indec |
Fuente: SBS
Research, UTDT |
La economía está atravesando
una recesión, aunque las autoridades están tomando medidas para estabilizar
las expectativas y esto podría acortar su duración. Los datos de mayo confirmaron el muy duro impacto de la sequía, también
revelando que la desaceleración del resto de los sectores luego de la corrida
cambiaria que se desató en abril fue algo más pronunciada de lo anticipado. Esperamos que la caída vaya perdiendo fuerza
a medida que se reviertan los factores transitorios, con la expectativa de
que la actividad pueda hacer piso en el 4T18 y mostrar una mejor dinámica en
2019. Igualmente, las perspectivas tampoco parecieran apuntar a que el
crecimiento pueda ser tan elevado el año que viene, al menos no sin algún
impulso adicional. Respecto de los datos de mayo, Indec reportó que la actividad económica
retrocedió 1,4% m/m (a.e.) y 5,8% a/a, por lo que el crecimiento acumula
apenas 0,6% a/a. Lógicamente, la sequía tuvo un duro impacto tanto de forma
directa como indirecta, con la actividad agropecuaria cayendo 35,2% a/a, transporte
y comunicaciones cediendo 4,9% a/a y la industria perdiendo 1,4% a/a. De
hecho, la caída interanual de la
economía fue exclusivamente explicada por la contracción de la actividad
agropecuaria, mientras la volatilidad nominal y el deterioro de las
expectativas precipitaron una desaceleración del resto de los sectores.
En este sentido, el agregado de los sectores no agropecuarios se mantuvo
estable en la comparación interanual y nuestras estimaciones
desestacionalizadas muestran una fuerte desaceleración en abril y mayo. De esta manera, se va confirmando un 2T18 negativo con una baja de 3,26%
(a.e.) en abril-mayo respecto del primer trimestre y un arrastre estadístico
que ahora pasó a ser negativo (desde +0,6% en abril a -0,3% en mayo). En el
semestre móvil la economía todavía creció 0,6% s/s (a.e.) por lo que el
indicador oficial todavía se mantiene fuera de la recesión, aunque esperamos que
esto quede confirmado en junio. En este sentido, el BCRA anticipó que su Indicador Líder de Actividad emitió en junio
una señal contundente de cambio de fase en el ciclo económico. Las primeras mediciones de
junio efectivamente indican que la economía habría extendido su caída, en
línea con nuestro escenario base. Concretamente,
el IGA-OJF de Ferreres registró un descenso de la actividad de 0,8% m/m
(a.e.) y 4,5% a/a. Según su indicador, el 2T18 cerró con una contracción de
3,1% t/t (a.e.) y la economía ingresó formalmente en recesión. Los indicadores privados de actividad
industrial muestran el impacto de la sequía en particular y la caída de la
actividad en general. Puntualmente, el IPI-OJF de Ferreres cayó 5% a/a en
junio y 3,4% t/t (a.e.) en el 2T18. Algo similar indicó el IPI-FIEL, con una
merma de 5,4% a/a en el mes y 2,1% t/t (a.e.) en el trimestre. Las perspectivas para el corto
plazo no son alentadoras. El sesgo restrictivo tanto en lo fiscal como en lo
monetario pesará sobre el crecimiento, a lo que se sumará una fuerte caída de
ingresos reales y un deterioro de la confianza que debieran impactar sobre la
actividad. En la medida en que el
gobierno logre estabilizar las expectativas como esperamos, la caída podría
durar apenas 2 trimestres con la economía haciendo piso en el 4T18 y cerrando
el año con crecimiento cero. Un escenario financiero más despejado,
menores tasas reales y una recuperación de la confianza explicarían el mayor
crecimiento de cara a la elección, en un año que cerraría con un alza del PBI
de apenas 1%. El impacto de mayores
tasas globales y locales en los próximos meses, junto con el endurecimiento
fiscal, dejan el interrogante abierto respecto de la demanda de inversión. Más
allá de una caída en el corto plazo, la reforzada sustentabilidad que implica
el mayor compromiso fiscal e inflacionario debiera sostenerla. |
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Figura 6: EMAE desagregado (a.e., base 2004=100) |
Figura 7: Perspectivas
negativas para el consumo ( % a/a) |
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Fuente: SBS Research, Indec |
Gasto en salarios, pensiones y subsidios. Fuente: SBS Research, Indec, CAME, Ministerio de Hacienda |
La
nueva conducción del BCRA se movió agresivamente para ahogar la volatilidad
cambiaria, a la vez que introdujo algunos cambios en el marco y accionar de
la política monetaria que parecieran haberle dado un ancla al mercado. Mientras tanto, la realidad se mantiene desafiante. Mostrando
las primeras consecuencias negativas de la fuerte depreciación que se desató
en abril, junio verificó una pronunciada aceleración inflacionaria. Ante estas perspectivas, será clave que
el BCRA mantenga su postura restrictiva para calmar la volatilidad y evitar
un mayor traslado a precios de la depreciación. El
BCRA mantuvo su tasa de política monetaria en 40% en su última reunión,
reiterando su intención de mantener el sesgo contractivo hasta que tanto la
trayectoria de la inflación como las expectativas estén en línea con su meta
para 2019. La novedad fue que hasta
alcanzar una inflación de un dígito se complementarán las metas de inflación
con la tasa de interés como único instrumento de política monetaria con un
seguimiento de los agregados monetarios, razón por la que se elevaron los
encajes y se está intentando desarmar paulatinamente el stock de Lebacs sin
incrementar el circulante. Asimismo,
se consolidará el funcionamiento del Consejo de Política Monetaria, pasando el
mismo de ser un órgano asesor a uno resolutivo, a la vez que se publicará el
resultado de la votación de sus miembros en cada reunión. Por el momento, no
se aclaró si además se publicarán minutas de las reuniones o si los miembros
harán mayores apariciones públicas, ambas decisiones que contribuirían a
mejorar la comunicación y previsibilidad de la política. Por último, las reuniones de política monetaria pasarán a ser
mensuales para que las decisiones de política reflejen una mayor
persistencia. Habrá que esperar algunos meses para ver si la nueva
conducción opera bajo alguna regla de política, algo que no hicieron las
autoridades anteriores. Ciertamente, la tasa de interés
no estaba funcionando con los canales de transmisión de la política monetaria
tan poco desarrollados, en gran parte por el alto grado de dolarización y la
baja penetración del crédito. Por esta razón, el
monitoreo de los agregados monetarios debiera ayudar a anclar expectativas
aunque al costo de que las tasas comiencen a volverse más endógenas, algo que
ya se vio en las últimas semanas. Mientras tanto, los datos de
inflación de junio confirmaron un complicado panorama de corto plazo.
El nivel general ascendió 3,7% m/m y 29,5% a/a, activando una consulta con el
staff del FMI. Acelerada por la fuerte depreciación, la inflación núcleo
ascendió a 4,1% m/m y alcanzó su máximo desde que se elabora el indicador
nacional. Un movimiento nada sorpresivo puesto que el tipo de cambio promedio
ascendió 31,1% entre abril y junio. Más
allá de que los datos de alta frecuencia de julio muestran mejoras, el BCRA
debiera mantener su postura restrictiva ante una inflación mayorista que alcanzó
6,5% m/m en junio y el riesgo de un mayor traslado a precios de la
depreciación. Con
nuestras estimaciones apuntando a una depreciación de 69,5% a/a para fin de
año y aumentos de precios regulados que quedarían en el orden del 36-38% a/a,
queda delineado un desafiante escenario inflacionario para el 2S18. Ante estas perspectivas, esperamos que la
inflación alcance 33,5% a/a para cierre de este año, con el nivel núcleo
desacelerándose marcadamente para finalizar en valores similares a los de
diciembre 2017. Pese a que esta marca activaría una consulta con el
Directorio Ejecutivo del FMI, entendemos que esto no pondría en riesgo el
acuerdo si las autoridades cumplen con lo sugerido. Ante los efectos rezagados de una política monetaria mucho más
restrictiva, y sin el shock de la depreciación del peso, esperamos que la
inflación caiga a 19% a/a en 2019. |
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Figura 8: Estimaciones de inflación y metas (% a/a) |
Figura 9: Tasas de
interés reales (ajustadas, en %) |
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Fuente: SBS Research, Indec, Ministerio de Hacienda |
(1) Ajustada por inflación núcleo esperada 1 mes,
volatilidad ARS y spread AY24. (2) Ajustada por inflación esperada 12 meses. Fuente: SBS Research, BCRA,
Bloomberg |
El reciente deterioro en el
acceso al financiamiento puso al sector externo en el centro de la escena, resaltando
el problema de sustentabilidad de un déficit de cuenta corriente de 4,8% del
PBI. A pesar de esto, los efectos estabilizadores de la
fuerte depreciación del peso y la desaceleración de la actividad comienzan a
verse en los primeros indicadores adelantados, en línea con nuestro escenario
de rápida convergencia del déficit externo a niveles sostenibles. En consecuencia, proyectamos que el
déficit de cuenta corriente descenderá a 3,8% del PBI este año y 2,7% el
próximo. Las cifras de comercio exterior
comienzan a reflejar más la caída de la actividad económica que la
depreciación del peso, movimiento esperable dado que
en general la reacción a cambios en los precios relativos de transables y no
transables (tipo de cambio real) suele operar con rezagos mucho más largos. Entrando
en detalle, la balanza comercial registró un déficit de USD382mn en junio,
comparando favorablemente contra los USD750mn en igual mes de 2017 a pesar
del efecto negativo de la sequía. Las exportaciones cayeron 1,4%
a/a afectadas por este shock, con desempeño especialmente malo para los
productos primarios en general (-25,7% a/a) y las exportaciones de semillas y
frutos oleaginosos en particular (-54,9% a/a). Entre lo positivo, las exportaciones industriales avanzaron nuevamente
(10,4% a/a) con impulso de las ventas de automotores (23,1% a/a). Reflejando los primeros impactos de la
caída de la actividad económica, las importaciones descendieron 7,5% a/a y la
serie desestacionalizada muestra una baja de 17,5% desde abril. Tal vez
lo menos favorable es que los segmentos más afectados fueron las
importaciones vinculadas a la inversión, con las de bienes y piezas de
capital cayendo 16,9% a/a y 10,3% a/a, respectivamente. Las importaciones de
bienes durables también sufrieron, algo que se evidencia en las menores las
compras al exterior de automotores (-15% a/a). Más allá del desempeño más
favorable para el comercio de bienes, también comienzan a verse otras señales
alentadoras para el ajuste de las cuentas externas. Anticipando que comenzaría a cerrarse una de las mayores fuentes de
presión externa, el BCRA reveló en su balance cambiario de junio que el
déficit de la cuenta viajes alcanzó un mínimo desde mayo de 2015. Este
movimiento se estaría viendo reforzado en julio, según se desprende del stock
de préstamos con tarjeta en dólares (Figura 11). Al mismo tiempo, la exposición
a los flujos de inversión de portafolio se redujo significativamente en el
2T18. Con salidas netas por USD2,5bn y ayudado por el
efecto adicional de la fuerte depreciación del peso, estimamos que el stock
de inversiones de cartera que ingresaron al país desde la apertura del cepo
cambiario se redujo en más de USD5bn y volvió a niveles similares a los que
tenía en agosto pasado. Un factor
importante que indica que las presiones externas que podría generar un nuevo rebalanceo
de carteras por parte de los inversores del resto del mundo son más reducidas. El ajuste externo debiera tomar
algunos años más, aunque moviéndose a un ritmo más acelerado. Un peso más debilitado y la desaceleración de la economía seguirían
quitando dinamismo a las importaciones de bienes y servicios. A su vez, el
despegue de las exportaciones seguiría siendo lento pero constante, y mucho
más evidente una vez que terminen de disiparse los efectos de la sequía. Así, los próximos años verían desaparecer
las presiones externas más inmediatas y el déficit de cuenta corriente convergería
gradualmente a niveles compatibles con la sostenibilidad de la deuda externa.
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Figura 10: Tipo de cambio real y términos del intercambio |
Figura 11: Préstamos con tarjeta en
dólares (USDmn, a.e.) |
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Fuente: SBS Research, BCRA, Indec |
Fuente: SBS Research, BCRA |
Las metas fiscales parecieran
ser la condicionalidad más dura dentro de lo acordado con el FMI, por lo que
la clave de los próximos meses pasará por el monitoreo de los indicadores
fiscales de alta frecuencia. Por el
momento, la excelente dinámica pareciera indicar que el cumplimiento de la
meta de este año (2,7% del PBI) estaría bastante encaminado, incluso
permitiendo imaginar que el camino pueda terminar no siendo tan demandante
antes de las elecciones. Sin embargo, persiste
el riesgo de una reacción negativa de los ingresos a la desaceleración
económica y las dudas respecto de cómo pueda seguir la política tarifaria
ante la pronunciada depreciación del peso. En detalle, los datos de junio confirmaron un nuevo avance para la
consolidación fiscal. Redondeando otro
gran mes, el déficit primario descendió 23,3% a/a real alcanzando 2,9% del
PBI en los últimos 12 meses, cerca de la meta fiscal del año (2,7% del PBI). Apoyado
sobre esta dinámica, el déficit fiscal cayó 25,3% a/a real impulsado
adicionalmente por una caída de intereses vinculada a que el 30 de junio fue
sábado (día en que amortizan los Discount). Con este sólido desempeño, se
sobre-cumplió en 0,2pp del producto la primera meta acordada con el FMI para
el segundo trimestre del año. Los ingresos siguieron creciendo con fuerza mientras
los gastos primarios cayeron (5,4% a/a vs -2,1% a/a en términos reales), una
marcada brecha que explica la velocidad a la que se está reduciendo el
déficit primario. La caída del gasto estuvo sostenida por la baja de los gastos de capital
(-33,6% a/a real), menores transferencias a provincias (-26,5% a/a real) y
una merma de los gastos de funcionamiento (-12,9% a/a real). En relación a
esto último, destacamos una vez más la dinámica favorable del gasto en
salarios, que con una baja de 8% a/a en términos reales es un reflejo del
esfuerzo que se está haciendo en materia fiscal. Reforzando la tendencia que dejó mayo, los subsidios económicos
aumentaron 74,6% a/a ante la fuerte depreciación del peso, mayores precios
internacionales para la energía y un invierno más frío que el pasado. Con el resultado favorable de
junio, el gobierno cierra un gran semestre en el que logró recortar su
déficit primario en 0,5% del PBI en cada uno de los trimestres (Figura 13).
Apoyado sobre la quita de subsidios, y ayudado por una aceleración
inflacionaria, el gobierno ha conseguido en 6 meses el grueso del ajuste
requerido para todo el año. De hecho, fue
tan bueno el desempeño fiscal que el déficit primario acumulado es
prácticamente compatible con el cumplimiento de las metas del año que viene. El Ministro de Hacienda Nicolás
Dujovne se mostró satisfecho por el avance fiscal y anticipó que apuntan a
que la brecha entre el crecimiento de ingresos y gastos se mantenga en 7pp
durante el 2S18, lo que estimamos sería consistente con un déficit primario
de 2,4% del PBI en el año. Ante esta
dinámica favorable, esperamos que el gobierno sobre-cumpla su objetivo primario
de este año pero aproveche a adelantar gastos de 2019, buscando minimizar el
esfuerzo requerido para 2019. Las condiciones parecieran
estar dadas para una consolidación fiscal mucho más rápida, alentada
adicionalmente por una fuerte aceleración inflacionaria que contribuye a la
reducción del gasto en términos reales. No
obstante, el escenario para los próximos meses no está exento de riesgos. Por
un lado, los ingresos mantienen la resiliencia a la fuerte desaceleración de
la actividad económica, pero habrá que seguir atentamente su evolución
durante los próximos meses. Por otra parte, también sobresalen las potenciales restricciones políticas a la hora
de seguir quitando subsidios, puesto que los aumentos tarifarios requeridos
para sostener la dinámica actual son significativos como consecuencia de la
pronunciada suba del tipo de cambio. |
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Figura 12: Un gradualismo que toma velocidad (12 meses, % PBI) |
Figura 13: Déficit primario acumulado (sin blanqueo, % PBI) |
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Fuente: SBS Research, Ministerio de Hacienda, Indec |
Fuente: SBS Research, Ministerio de Hacienda, Indec |
Luego de asegurar un significativo apoyo internacional, el gobierno
reveló su estrategia financiera para los próximos 18 meses. Pese a que el FMI estimó que el resto del
financiamiento acordado sería precautorio, las autoridades anunciaron su intención
de tomar todos los fondos disponibles y apoyarse crecientemente sobre el
mercado de capitales local. La estrategia es aprovechar el crédito barato
que ofrece el Fondo hasta que desaparezca algo de la presión que quedó sobre
la deuda argentina tras la emisión internacional de enero. Según los cálculos oficiales,
el financiamiento para el 2S18 estaría sellado. Asumiendo un roll-over de 100% para las Letes y también un
refinanciamiento pleno para la deuda con Organismos Internacionales y
agencias del Sector Público Financiero, estiman necesidades por USD19,6bn
(más allá de algunas mínimas diferencias, nuestras estimaciones apuntan en
igual dirección). De este total, acordaron financiamiento neto por USD16,4bn
entre el FMI y otros Organismos Internacionales, dejando para este año apenas
USD3,2bn por conseguir mediante emisiones de deuda (lo que ya estaría
cubierto con las últimas colocaciones). De esta forma, frente a vencimientos de capital e intereses por unos USD16,5bn, el
gobierno podría incluso comenzar a adelantar financiamiento para el año que
viene (algo que, por ahora, no es parte de su plan). La historia cambia un poco de
cara al año 2019, ya que el gobierno estima que deberá conseguir en el
mercado USD19,3bn de los USD32,3bn que necesita. Nuestros cálculos indican que las necesidades serían levemente
superiores, demandando USD21bn de los mercados (unos USD1,7bn más que lo
estimado por las autoridades). En función de lo que explicó el Ministro de
Hacienda Nicolás Dujovne, la estrategia oficial consiste en: 1) cubrir USD4bn
mediante repos con bancos internacionales (lo que implicaría un
desendeudamiento neto considerando que vencen repos por USD7,1bn entre el
2S18 y 2019), 2) emitir apenas USD3bn en los mercados externos para cubrir
vencimientos sin aumentar endeudamiento neto y 3) financiar los USD12,3bn
restantes mediante colocaciones en el mercado local. Con vencimientos de deuda neta
por USD38,7bn entre el 2S18 y 2019 el programa financiero debiera ser
accesible, noción reforzada por un punto de partida que muestra un holgado
stock de depósitos (estimamos USD26bn a fin de junio, con 35-40% en moneda
extranjera). Ante este escenario, entendemos que cumpliendo las
metas acordadas con el FMI el programa financiero estaría encaminado. Igualmente,
reconocemos la existencia de riesgos adicionales como la concentración de
vencimientos de deuda en algunos trimestres puntuales o la potencial
dificultad para lograr un elevado roll-over de las Letes bajo un escenario de
estrés. Sin embargo, incluso en
escenarios de estrés las probabilidades de éxito para el programa del
gobierno son elevadas (para una discusión más profunda de estos temas
recomendamos ver SBS QuickNote). Las perspectivas debieran
mejorar a medida que el gobierno vaya transitando exitosamente el sendero
fiscal y el mercado se estabilice. Aunque
todavía parece temprano para imaginar una significativa compresión de spreads,
esperamos que los efectos de una menor oferta de bonos terminen superando un
posicionamiento todavía pesado. Con gran parte del financiamiento asegurado y
una consolidación fiscal mucho más rápida, el riesgo que plantea el escenario
de tasas globales se redujo considerablemente. De esta manera, cumpliendo las metas fiscales la deuda pública neta en términos del PBI
se proyecta por debajo del 42% en su nuevo máximo, o antes que la
convergencia fiscal se logre dentro de los próximos cuatro años. |
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Figura 14: Spreads soberanos sobre comparables (deuda en USD) |
Figura 15: Sostenibilidad
de la deuda (% PBI) |
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LatAm BBB = Colombia, México y Perú. Fuente: SBS Research, Bloomberg |
Fuente: SBS Research, Ministerio de Hacienda, FMI |
Enfrentado con la posibilidad
de tener que abandonar abruptamente su estrategia fiscal, el gobierno eligió
pagar un elevado costo político a cambio de asegurar el financiamiento
externo necesario hasta el fin de la convergencia. De acuerdo con nuestra lectura, el sendero acordado con el FMI es mucho
más sólido que el planteado previamente, contando con el seguro adicional de
una exposición mucho menor a los movimientos del mercado. Tal vez los riesgos de implementación más
grandes estén en el potencial para cumplir con los recortes de obra pública
en la antesala de una elección presidencial y la dificultad para avanzar en
la quita de subsidios justo después de una depreciación tan pronunciada de la
moneda. Aunque los indicadores de confianza ya capturan el costo en el que debió
incurrir el gobierno, el objetivo más importante en lo inmediato era ahogar
el foco de volatilidad para estabilizar los mercados y evitar que el daño
para las variables reales fuera aún mayor. Pese a esto, la segunda mitad de este año será probablemente el período más
complicado para las autoridades. Mientras descubriremos cuan profunda
será la recesión que transita la economía, la aceleración inflacionaria
llevará a una pronunciada contracción de los ingresos reales de las familias;
al menos hasta que pueda renegociarse el grueso de las paritarias. Tampoco
será neutral el impacto que pueda verse sobre el mercado laboral y el
potencial enfriamiento de la inversión. De
esta manera, y pese al enorme respaldo internacional, las perspectivas de
mayor inflación y menos crecimiento debieran seguir dañando el delicado
equilibrio político, probablemente generando mayores dudas sobre la
continuidad de políticas. Por el momento, los sondeos a
los que tuvimos acceso reflejan una caída de imagen para los principales
referentes de Cambiemos con la contrapartida favorable de que ningún opositor
pareciera estar decididamente capturando esa pérdida de terreno. Más que la caída de imagen del Presidente Mauricio Macri sorprende ver
a la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal en
mínimos. Incluso cuando se mantiene como la figura de mejor imagen, un mayor
deterioro podría preocupar a los inversores que la perciben como un seguro
adicional que garantiza la continuidad de políticas. Con todo, nadie capitaliza por el momento la
oportunidad que deja el gobierno sobre la mesa, pero nada permite imaginar
que la historia no pueda cambiar. En resumen, Argentina recibió un apoyo internacional
que permite al gobierno despejar los más grandes riesgos de sustentabilidad
que tenía el programa económico, pero ahora el foco pasa a estar puesto sobre
el debilitamiento político y la capacidad de recuperar el terreno perdido. En el corto plazo, la llave
para fortalecer el apoyo político pareciera tenerla el manejo económico,
siendo la prioridad seguir estabilizando los mercados de manera que los
costos reales y políticos de la volatilidad reciente sean mínimos. El
incentivo para la oposición es algo más difuso, con una marcada contradicción
entre dificultarle el camino al gobierno y mostrarse como una alternativa
constructiva con chances de presentar una propuesta competitiva el año que
viene. Tal vez las primeras señales del sendero elegido lleguen cuando el
gobierno deba iniciar las discusiones del Presupuesto 2019 en el Congreso. Al final de la historia, Argentina está
en un punto de inflexión, probablemente reforzando las tendencias actuales de
reducción del déficit y lucha contra la inflación pero al mismo tiempo siendo
testeada por las condiciones financieras globales y el apoyo político local. Probablemente,
gran parte de la suerte quedará echada luego de la segunda mitad de este año. |
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Figura 16: Z-Spreads soberanos Argentina (en pbs) |
Figura 17: Retorno total
para principales curvas (% desde dic-17) |
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Fuente: SBS
Research, Bloomberg |
Fuente: SBS
Research, Bloomberg, Reuters |
La convicción del gobierno por continuar con la reducción del déficit y
la inflación estaba siendo cuestionada por los mercados. En este sentido, el
acercamiento al Fondo luce a priori como una buena elección, despejando el
grueso de los riesgos financieros y otorgando un sello de calidad inmejorable
al programa del gobierno. Lógicamente, el sendero elegido implicó importantes
costos políticos para las autoridades, llevando a que, tal vez antes de lo
deseado, la atención gire desde el desempeño económico a la evolución del
escenario electoral de cara a 2019. Con todo, la reforzada sustentabilidad, junto con la falta de buenos resultados
previos de políticas de la oposición como así también de liderazgo
alternativo junto con algunos logros del gobierno actual, son nuestras
principales razones para mantener nuestra expectativa favorable. Las sensaciones de estabilidad
son cada vez mayores, tras varias semanas donde el mercado fue respondiendo
positivamente y pareciera haber encontrado un ancla. Mientras tanto, el
escenario global se muestra más amigable para los mercados emergentes e
invita a aumentar cautelosamente la exposición al riesgo. Mantenemos nuestra recomendación de sobre-ponderar el tramo corto de la
curva en dólares sugiriendo aumentar marginalmente la exposición sin extenderse
más allá del DICY en el tramo medio. Al mismo tiempo, consideramos prudente
esperar a una estabilización de las expectativas y cierta mejora de los
indicadores de aprobación del gobierno antes de tomar posiciones más
estructurales en el tramo largo. A
pesar de que entendemos que los spreads no incorporan plenamente las
implicancias del acuerdo con el FMI, por el momento las preocupaciones del
corto plazo y el debilitamiento del apoyo político al gobierno parecieran
estar pesando más. Reconociendo que el equilibrio
actual descansa sobre una postura monetaria muy restrictiva, consideramos que
la normalización de la política bien podría venir acompañada de algún
episodio de volatilidad. Ante una inflación que
seguiría siendo el talón de Aquiles del gobierno y tasas reales en niveles
elevados, los CER cortos (AF19/A2M2) sobresalen como instrumentos ideales para
capturar spreads todavía atractivos (9-10%), con poca exposición ante la
volatilidad. También vemos atractivo en posiciones en LEBACs de muy corto plazo
ante un escenario que demandará dureza monetaria por varios meses más. Aunque
con más riesgo que las opciones anteriores, los Badlar de la Provincia de
Buenos Aires (PBY22/PBA25) siguen apareciendo como opciones baratas con
spreads en el entorno de los 1300-1400pbs incluso pese a que la tasa Badlar
estaría ingresando en la fase final de su lenta escalada. Julio trajo consigo un poco de calma para el mercado de renta variable
local. El enfriamiento (tal vez momentáneo) de la guerra comercial entre Estados
Unidos y China y un auspicioso comienzo a la temporada de resultados para las
compañías americanas devolvió un poco de confianza a los flujos, que
comenzaron a reingresar a los mercados emergentes. A estos factores se sumó
la relativa tranquilidad cambiaria, llevando al Merval a recuperar 10% en dólares
al cierre de ayer, aunque con volúmenes bajos. Pese a esta suba, el equity local aún está muy lejos de recuperar lo
perdido en el primer semestre del año, por lo que el contexto actual sigue
representando un buen punto de entrada de cara a la presentación de balances
del 2Q18. La temporada de resultados argentina verá las últimas líneas
fuertemente golpeadas por resultados financieros debido a la amplia presencia
de deuda en dólares. En tal sentido, TGS y CEPU resultan atractivas, al tener
perfiles de endeudamiento muy relajados y buena parte de sus ingresos
dolarizados, además de un fuerte atractivo desde el lado fundamental. |
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Figura
18: Merval durante el 2018 |
Figura 19: Merval vs MSCI Emerging Markets |
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Fuente: SBS
Research, Bloomberg |
Fuente: SBS
Research, Bloomberg |